Tradición Oral
Desde tiempos anteriores a la escritura,
la tradición oral ha sido la forma de transmitir la cultura, la experiencia y
las tradiciones de una sociedad a través de cantos, conjuros, cuentos, fábulas,
leyendas, mitos, oraciones y relatos, entre otros. Se transmite de padres a
hijos, de generación en generación, llegando hasta nuestros días, y tiene como
función primordial la de conservar los conocimientos ancestrales a través de
los tiempos.
Esta forma de transmisión suele
distorsionar los hechos con el paso de los años, por lo que estos relatos
sufren variaciones en las maneras de contarse, perdiendo a veces su sentido
inicial.
La cultura oral y la tradición oral son
material cultural y las tradiciones se transmiten oralmente de una generación a
otra. Los mensajes o los testimonios son transmitidos verbalmente a través del
habla o la canción y pueden tomar la forma, por ejemplo, de cuentos, leyendas, refranes,
coplas, bombas, romances, canciones o cantos. De esta manera, es posible que
una sociedad pueda transmitir la historia oral, la literatura oral, la ley oral
y otros conocimientos a través de generaciones sin un sistema de escritura.
El Cuento
Un cuento es una narración breve creada
por uno o varios autores, basada en hechos reales o ficticios, cuya trama es
protagonizada por un grupo reducido de personajes y con un argumento
relativamente sencillo.
La Leyenda
Una leyenda es una narración de hechos
naturales, sobrenaturales o mezclados generalmente,
el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso verídico,
se ubica en un tiempo y lugar que
resultan familiares a los miembros de una comunidad. En las leyendas que
presentan elementos sobrenaturales como milagros, presencia de criaturas
férricas o de ultratumba, etc., estos se presentan como reales, pues forman
parte de la visión del mundo propia de la comunidad en la que se origina la
leyenda.
Se define a la leyenda como un relato
folclórico con bases históricas.
Contrariamente al mito, que se ocupa de
dioses, la leyenda se ocupa de hombres que representan diferentes tipos humanos
característicos, como el héroe o el
anciano sabio.
Leyenda del Chocolate
Cuenta la leyenda que Quetzalcóatl
descendió un día con los toltecas haciéndoles algunos hermosos regalos, los
hizo dueños del maíz, frijol y yuca, con los cuales pudieron estar bien
alimentados. Emplearon sus horas en estudiar y se convirtieron en grandes
arquitectos, escultores y finos trabajadores de artesanía. Como los amaba tanto
decidió darles una planta que había robado a los dioses que eran sus hermanos.
Sustrajo el pequeño arbusto de hojas
rojas y la plantó en los campos de tula; pidió a Tláloc que la alimentara con
lluvia y a Xochiquetzal que la adornara
con sus flores. Con el tiempo este arbusto dio frutos y los enseño a recogerlos,
tostarlos, molerlos y a batirlo con agua en jícaras, obteniendo así el
Chocolate, el cual era sólo para dioses, sacerdotes y nobles. Posteriormente
todo el pueblo comenzó a consumirlo, convirtiendo a los toltecas en ricos,
sabios constructores y artistas, lo cual despertó la envidia y furia de los
dioses, al saber que estaban tomando una bebida digna de ellos.
Un día, uno de los dioses disfrazado de
mercader, le ofreció a Quetzalcóatl una bebida llamada tlachihuitli (pulque)
con la cual le prometió olvidar sus penas y problemas, este la bebió y se
embriago profundamente, fue tanta la vergüenza y deshonra a sus hermanos
Dioses, que decidió marcharse para siempre.
A su partida se dio cuenta que todas las
plantas de cacao se habían secado, sin embargo, arrojó las ultimas semillas de
cacao en Neonalco (Tabasco), las cuales florecieron bajo su mano y subsistieron
hasta nuestros días.
La palabra “cacao” deriva del Olmeca y
del subsecuente lenguaje maya “kakaw”; el término relacionado con el chocolate
“cacahuatl” es náhuatl.
Aunque en la actualidad el origen del
cacao sigue siendo una incógnita, la mitología prehispánica de México vincula a
dos dioses: Quetzalcóatl, representado como “Serpiente de plumas preciosas” (de
origen Azteca) y Ek-Chuah, “Dios del cacao, de la guerra y benefactor de los
mercaderes” (de origen Maya).
Los Olmecas molían las habas de cacao
mezcladas con agua y saboreaban la delicia de la semilla en forma de bebida.
Con el paso del tiempo, la cultura del cacao se extendió a las poblaciones
Mayas (600 A.C.) y Aztecas (1400 A.C.). En ese entonces el haba de cacao era
utilizada como unidad monetaria y de medida.
En
tiempo de guerra, las culturas Azteca, Maya y Chichimeca utilizaban el cacao
como impuesto en las zonas conquistadas. Para estas civilizaciones, el cacao
era un símbolo de abundancia que se empleaba al momento de rituales religiosos
dedicados a Quetzalcóatl y a otras divinidades.
Pero no fue sino hasta 1519 que el “oro
moreno” cautivó el paladar de Hernán Cortés, quien después de haberlo saboreado
al lado del emperador azteca Moctezuma, años después lo llevaría a la Corte de
España.
Así fue como la cultura del cacao continuó extendiéndose a merced de los flujos migratorios en Mesoamérica, dándose a conocer las virtudes vigorizantes y tónicas de la semilla por todo el mundo.
Leyenda de Axolotl
En la mitología náhuatl, el ajolote es la
advocación acuática del dios Xolotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl,
monstruoso a causa del nacimiento gemelar. Xolotl se encuentra asociado a la
idea del movimiento y de la vida, de acuerdo con la leyenda del quinto sol. La
dualidad se manifiesta en las transformaciones a las que recurre para evitar el
sacrificio.
Bernardino de Sahagún cuenta que Xolotl
rehusaba la muerte, huyendo cuando vio llegar al verdugo y, ocultándose en las
milpas, se convirtió en una planta de maíz de dos cañas o ajolote (xolotl); al
ser descubierto echó a correr otra vez y se escondió en un magueyal, donde tomó
la forma de una penca doble o mejolote (metl-maguey y xolotl).
Una vez más lo halló el verdugo y escapó
de nuevo introduciéndose al agua, donde se transformó en un pez llamado
axolotl. Ésta es su última metamorfosis. Finalmente, el verdugo lo atrapó y le
dio muerte. Xolotl es un dios que le tiene miedo a la muerte, que no la acepta
y quiere escapar de ella mediante sus poderes de transformación.
Leyenda de La llorona
En la ciudad de México durante el siglo
XVI la gente cuenta que una noche se comenzaron a escuchar muchos llantos,
sollozos y quejidos de dolor, por eso es que todos se preocuparon, pero tampoco
podían salir a ver qué sucedía, era simplemente una mujer a la que tal vez
habían abandonado.
Todos los días siguieron escuchándose los
quejidos y demás sonidos que ella emitía, con el tiempo algunos osados que no
tenían miedo salieron a ver de qué se trataba y así lograron verla caminando
con su traje totalmente blanco y su cabello suelto llorando por toda la ciudad,
con el tiempo alguno que otro la siguió para ver a donde se dirigía, pero
cuando ella llegaba hacia el lago desaparecía como si se metiera dentro de las
aguas.
Nadie sabe mucho de esta mujer, solo se
dice que estaba en busca de sus hijos, que sus llantos parecían traídos desde
el inframundo y la apodaron como La llorona.
Leyenda del Fuego
Hace ya muchos años existían varias
culturas, una de ellas eran los huicholes, quienes trabajaban diario muy duro,
sus vidas eran muy duras y tristes, en las noches de invierno cuando el frio
era demasiado, los hombres mujeres y niños, sufrían mucho, y lo único que
querían era que siempre fuera de día.
Un día cayó un rayo en un árbol,
provocando un gran fuego algo que nadie conocía, los enemigos de los huicholes,
querían conservar el fuego para ellos, no queriendo que nadie más tuviera algo
tan preciado lo protegieron.
Ellos para poder conservarlo, tenían que
alimentarlo constantemente para que este no se apagara, mientras unos lo
cuidaban, otros buscaban arboles u otras cosas para seguir alimentándolo.
Algunos huicholes intentaron robarse el
fuego, lo único que lograron fue morir en el intento.
Al ver esto algunos animales, como el venado,
el coyote, el tlacuache decidieron ayudar a los huicholes entonces el tlacuache prometió robarles
el fuego.
El tlacuache se acerco al campamento y lo
estudio por varios días, espero y espero, a la séptima noche mientras los
guardias dormían, entro al campamento y utilizo su cola para robarse el fuego.
El tlacuache logro llegar con los
huicholes y les entrego el fuego, aunque el tlacuache había sufrido quemaduras
en su cola, provocando que esta nunca volviera a llenarse de pelo, estaba muy
feliz porque había cumplido con su deber.
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